Estadísticas

  • En 2022, 3.7 millones de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años realizaban trabajo infantil,1 lo que representó una tasa de 13.1 %. Esta cifra fue 1.7 puntos porcentuales más que en 2019. Para las niñas dicha tasa fue 10.7 % y para los niños fue 15.5 por ciento.
  • 2.1 millones (7.5 %) de niñas, niños y adolescentes laboraron en actividades económicas no permitidas, cifra similar a 2019, pero cuatro puntos porcentuales menos que en 2007. Esto incluye a quienes no cuentan con la edad mínima legal para trabajar (15 años) o quienes realizan ocupaciones peligrosas (hasta 17 años).
  • 1.9 millones (6.7 %) de la población entre 5 a 17 años realizaron quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas, es decir, durante horarios prolongados y/o expuestos a riesgos. Esto significó 409 mil niñas, niños y adolescentes más en 2022 que en 2019.
  • De los 2.1 millones de niñas, niños y adolescentes que realizan alguna ocupación no permitida, 2.0 millones (92.5 %) lo hacen en actividades consideradas de carácter peligroso. De este grupo, 1.5 millones (73.7 %) fueron niños y 0.5 millones (26.3 %), niñas.

Causas y consecuencias

El trabajo infantil ocurre principalmente debido a la pobreza, la falta de acceso a la educación y oportunidades, así como la vulnerabilidad de ciertas poblaciones. Las familias de escasos recursos a menudo necesitan que sus hijos trabajen para contribuir al ingreso familiar, mientras que la falta de acceso a la educación limita las perspectivas futuras de los niños. Además, en contextos de conflicto armado o desastres naturales, los niños pueden ser obligados a trabajar para sobrevivir.

Las consecuencias del trabajo infantil son diversas y perjudiciales. A corto plazo, afecta el bienestar físico y psicológico de los niños, exponiéndolos a condiciones peligrosas y explotación. A largo plazo, limita su acceso a la educación, lo que perpetúa el ciclo de pobreza y contribuye a la perpetuación de desigualdades sociales. El trabajo infantil también tiene implicaciones para el desarrollo económico de un país, ya que puede disminuir la productividad futura al privar a los niños de la educación y las habilidades necesarias para trabajos más calificados.

EXPLOTACIÓN INFANTIL EN MÉXICO SIGUE GENERANDO CIFRAS

México enfrenta un grave problema de explotación infantil, con miles de niños y adolescentes siendo víctimas de diversas formas de abuso laboral y sexual. A pesar de los esfuerzos gubernamentales y de organizaciones no gubernamentales para erradicar esta problemática, las cifras siguen siendo alarmantes.

Según datos del INEGI, tan solo en 2022, "3.7 millones de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años realizaban trabajo infantil, lo que representó una tasa de 13.1 %. Para las niñas dicha tasa fue 10.7 % y para los niños fue 15.5 por ciento" (2023, p. 1). De estos, una gran parte se dedica a labores peligrosas que ponen en riesgo su salud y desarrollo, como la agricultura, la minería, la construcción y el trabajo doméstico.

   Las principales causas de la explotación infantil en México son la pobreza, la falta de acceso a educación, y la marginación social. En muchas familias, los ingresos obtenidos por los niños trabajando son necesarios para la subsistencia diaria. Además, la falta de vigilancia y la debilidad en la aplicación de leyes laborales permiten que estas prácticas persistan.

   La explotación infantil en México sigue siendo un problema significativo que requiere una acción continua y coordinada. A través de la implementación efectiva de leyes, la mejora de las condiciones socioeconómicas y el fomento de la educación se puede avanzar hacia la erradicación de esta problemática y garantizar un futuro mejor para los niños y adolescentes del país.

   Para culminar "1.9 millones (6.7 %) de la población entre 5 a 17 años realizaron quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas" (INEGI, 2023, p. 1).

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